15 de noviembre de 2010

Médicos del Centenario V: Joaquín Cravioto Muñoz, 1922-1998

Joaquín Cravioto Muñoz, médico y científico, fue pionero en la investigación sobre desnutrición infantil y sus secuelas. Su trabajo, desarrollado en la segunda mitad del siglo XX, contribuyó al establecimiento de medidas preventivas, así como de tratamiento y rehabilitación. Para conocer los efectos de la desnutrición en el desarrollo de la persona, en la década de los 60 del siglo XX, Cravioto inició un estudio que dio seguimiento por más de 20 años a un grupo de 334 niños nacidos en un mismo año en Tlaltizapan, Morelos, contrastando a quienes sufrieron desnutrición grave con un grupo control. En 1984, España reconoció con el Premio Reina Sofía de Investigación a Joaquín Cravioto, por su trabajo Nutrición, desarrollo mental, conducta y aprendizaje, realizado en colaboración con el doctor Ramiro Arrieta. El siguiente artículo, escrito por el doctor Francisco Hernández Orozco, abunda sobre esta investigación así como sobre la biografía de Joaquín Cravioto.



Dr. Joaquín Cravioto Muñoz

Dr. Francisco Hernández Orozco

Conocer el pasado de una persona es necesario para comprender y acercarnos a una explicación de la trayectoria de su vida. Las circunstancias que rodean su acción cotidiana y su proyecto de trabajo tienen la huella de su genealogía, del medio en el que creció, de su educación y sobre todo de la constancia y creatividad de su trabajo. Lugares y acciones son señalamientos que identifican a una persona. Son parte de su patrimonio y de su herencia. A veces son su símbolo.




Tlaltizapán (Sobre la Tierra Blanca), cuyas raíces etimológicas provienen del náhuatl: tlal-tli, "tierra"; tiza-tl, "polvo blanco" y pan, "sobre" o "encima", parecen predecir con todo y su glifo la llegada de un hombre nacido en Pachuca, que en la misma lengua se origina de las raíces Pacho aca o Pachoa can, que significa "lugar donde se gobierna" o "lugar estrecho" o quizás de Patl achiuh acan, que significa "lugar de plata y oro".

Ese hombre, médico, escaló la montaña del símbolo de Tlaltizapán al ampliar (del habitante y del lugar) su estrecho horizonte. Enriqueció “La Tierra Blanca” y la medicina, si no con metales preciosos, sí creando y dirigiendo un proyecto de salud precursor en América y de trascendencia prevista por su talento y confirmada por su labor constante e inteligente durante 40 años.


Aportaciones a la nutrición
En 1955, un centro rural de investigación en Tlaltizapán, Morelos, inició sus actividades con el doctor Joaquín Cravioto quien, al mismo tiempo, asumía la dirección del laboratorio de nutrición del Hospital Infantil de México.

El “Lugar sobre la Tierra Blanca” concretó proyectos iniciados y conocidos genéricamente como “Operación Zacatepec” en el mismo estado de Morelos y por la corta experiencia sobre el desarrollo de 183 niños en Kampala (Uganda), evaluados parcialmente de 1954 a 1956 con la técnica de Gesell. Esta experiencia indujo al doctor Jorge Velasco Alzaga, a la sazón jefe del Departamento de Higiene Mental del Hospital Infantil de México, a emplear la técnica cinematográfica en la prueba de Gesell para documentar la evolución conductual de los niños al explorar el área motriz, la adaptativa, la personal social y el lenguaje.

Desafortunadamente esta técnica filmada se interrumpió pero no se detuvo la investigación, la cual fue continuada con la incorporación de la psicóloga Beatriz Robles, que trabajaba con ese instrumento de medición con el doctor José Peinado Altable para la valoración rutinaria de los niños atendidos en su servicio del Centro Materno Infantil Maximino Ávila Camacho.

El doctor José Peinado Altable fue por años jefe del servicio de Psicología del entonces Instituto Nacional de Audiología de la Secretaría de Salubridad y Asistencia (SSA), conocido desde l968 como Instituto Nacional de la Comunicación Humana, hoy, después de más de 50 años de fructífera labor, inexplicablemente desaparecido.

Este complejo estudio epidemiológico de todos los niños nacidos durante un año de calendario en un poblado rural, con un seguimiento por más de 20 años, con gran número de variables, no fue nunca interrumpido por las ausencias temporales del jefe del proyecto o por los cambios institucionales.

En los años de preparación se enriqueció permanentemente el programa con las nuevas experiencias del doctor Joaquín Cravioto y siempre con estrictos y cuidadosos grupos de control. Un leit motiv del maestro, entre otros igualmente importantes, fue conocer y evaluar para prevenir los efectos nocivos debidos a la desnutrición en el desarrollo mental, la conducta y el aprendizaje.

Este estudio longitudinal único ha sido publicado, a pesar de la abundancia de artículos, de manera parcial en revistas médicas científicas nacionales e internacionales. En síntesis, podría decirse que la desnutrición grave afecta todas las áreas del desarrollo conductual siendo la motriz la menos afectada y la del lenguaje la del mayor retraso evolutivo. Estos resultados estimularon a numerosos investigadores de muchos países en la búsqueda de las consecuencias tardías de la desnutrición temprana; es decir, principalmente durante el primer año de vida.



Trayectoria de Joaquín Cravioto Muñoz

Nació en el seno de una familia liberal cuyos ancestros emigraron de Génova (Italia) hacia 1820. Militaron en las filas de los patriotas que defendieron al país de intervenciones extranjeras desde el siglo XIX y en la Guerra de Reforma en el Ejército de Oriente.

Al terminar la educación primaria, Joaquín ingresó en el Instituto Científico y Literario en Pachuca, hoy Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, institución afín al positivismo liberal que introdujo Gabino Barreda a finales del siglo XIX y principios del XX. La visión de sus maestros acerca de un mundo mejor, necesitado de grandes cambios, lo acercó al nuevo mundo de las Humanidades, de la Ciencia y de las Artes.

Fue el primer lugar en todos los años de la enseñanza media superior. Decidió estudiar medicina, carrera que terminó con honores en 1945 en la Escuela Médico Militar. Poco antes de obtener su título contrajo matrimonio con la señorita María Cristina Quintana O’Farrill, con la que procreó dos hijos: Patricia y Alejandro Cravioto Quintana, quienes han seguido sus enseñanzas. Alejandro fue director de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México dos periodos consecutivos. Patricia, quien tuvo el privilegio de ser su alumna en el Programa de Investigadores en formación en la Torre, llevó durante 15 años (hasta 2007) la Dirección de Investigación Epidemiológica Operativa siguiendo sus enseñanzas en el campo de la metodología de investigación y coordinando las áreas de capacitación, ambas de la Dirección General de Epidemiología de la Secretaría de Salud.

Ya como mayor médico militar, fue enviado en servicio a Monterrey y dos años después fue comisionado por el Ejército Mexicano para cursar una maestría en Ciencias Sanitarias en la Escuela de Higiene de la SSA, hoy Instituto Nacional de Salud Pública. Continuó su preparación y estudió Pediatría en Chicago, en The University of Illinois College of Medicine, con el doctor Henry Poncher, y en Nueva York, con el doctor Emerett Holt, en el Bellevue Medical Center. Aprendió el manejo de los radioisótopos y su utilidad en la investigación clínica. En 1954, en Suecia, en la Universidad de Gotemburgo, asimiló las técnicas para el estudio de las proteínas y a su regreso las estableció en su laboratorio y en la Sala de Nutrición del Hospital Infantil de México.

Su trabajo trascendió la frontera y a finales de los años 50 se hizo cargo de la subjefatura de la División de Nutrición de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) con sede en Roma. En África, en Ghana y Nigeria, y en América, en Bolivia y Honduras, realizó una serie de importantes trabajos. Aceptó de 1961 a 1964 el nombramiento simultáneo de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) de director asociado del Instituto de Nutrición de Centroamérica y Panamá (INCAP) y de jefe de la División de Salud Pública.

Estuvo atento a los resultados de las investigaciones que sobre la nutrición se hacían en comunidades rurales en la India por J. E. Gordon y, del mismo autor, el estudio del interior de un iglú en el ártico del que demostró tener, para fines epidemiológicos, características tropicales. Realizó acuciosos estudios comunitarios en el altiplano de Guatemala y los adicionó con un enfoque ecológico en la epidemiología de las infecciones y su influencia en la desnutrición. Regresó a México, al Hospital Infantil, del que parecía que nunca había salido, para continuar sus estudios sobre crecimiento y desarrollo y entrar de lleno en su proyecto seminal “El lugar sobre la Tierra Blanca”.

Orientó sus esfuerzos para entender e interpretar los complejos factores socioculturales que determinan los problemas de nutrición en diversas comunidades, trabajos reconocidos al paso del tiempo como clásicos de la literatura pediátrica. Su ininterrumpido trabajo continuó en 1972 en el Hospital del Niño de la Institución Mexicana de Asistencia a la Niñez (IMAN). El director general era su fraterno y entrañable amigo, el doctor Eduardo Jurado García; planeó el Instituto Nacional de Perinatología y lo inauguró como director general el 8 de diciembre de 1977.


Fundador y docente
La creatividad del doctor Joaquín Cravioto no se detuvo en la ciencia. Tuvo que planear, construir y equipar un centro de investigación. Concibió y concretó el Instituto Nacional de Ciencias y Tecnología de la Salud del Niño (INCYTAS) que funcionó primero como parte del IMAN y luego, del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), conocido comúnmente como “La Torre”.

Investigadores jóvenes, sin límites en la creatividad y la imaginación, exploraron e inquirieron sobre todos los campos de la medicina pediátrica, incluida una nueva visión de la genética. INCYTAS recibió su nombre después de su muerte.
La enseñanza en la Escuela Médico Militar, la Facultad de Medicina de la UNAM y la Universidad Metropolitana fue para él una obligación ética. También fue profesor de la Universidad de Cornell, de la de Harvard y del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT).

La investigación y el ejemplo conducen la otra parte de la vida del doctor Cravioto. En 50 años dirigió y supervisó más de 400 tesis de grado. Fue fundador de la Sociedad Mexicana de Bioquímica y de otras muchas más. Es relevante recordar su membresía en la Academia Nacional de Medicina (en la que fue recibido en 1967), en la Academia Mexicana de Ciencias y en la Academia Mexicana de Pediatría, sólo por mencionar las más importantes.

Más que su actividad societaria, son de recordarse sus conferencias magistrales como: La “Nóbel” de la Academia de Medicina Sueca, la “Atwater” del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos de América, la “Oración Gopalan” del Instituto de Nutrición de la India, la “Heath-Clark” de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, la “Blackfan” del Hospital de Niños de Boston de la Universidad de Harvard, la “Federico Gómez” del Hospital Infantil de México, la “Miguel Jiménez” de la Academia Nacional de Medicina, la “Miguel Bustamante” de la Escuela de Salud Pública, etcétera.

Es ingente su producción científica que sobrepasa los 200 artículos, capítulos de libros y libros. Por uno de ellos, en colaboración con el doctor R. Arrieta, “Nutrición, desarrollo mental, conducta y aprendizaje”, y tomando en cuenta el grueso de su obra, le otorgaron en España el Premio Reina Sofia.

Fue profesor honorario de la Universidad de Gotemburgo desde 1965 y en 1970, doctor honoris causa por la misma Universidad. El mismo grado le concedió la Universidad de Tufs en Boston. Recibió premios y condecoraciones de la Organización Rank de la Gran Bretaña, la Estrella Polar de Suecia, de la Universidad Católica de Chile, de la Academia de Ciencias Checoslovaca, de la Sociedad Japonesa de Pediatría, etcétera.

Acosado en su propia casa, “la Torre”, que pasó a formar parte del Instituto Nacional de Pediatría, lo acogió el Instituto Nacional de la Comunicación Humana, donde el grupo de Damas Voluntarias construyó un espacio amplio para su biblioteca y su oficina. Lo equipó con libreros, mobiliario, escritorios, computadoras y todo lo necesario para su bienestar y confort. Lo mismo hizo la Universidad Metropolitana, que le confirió el rango de profesor de una cátedra por un año.
A su muerte en 1998, la familia dejó su biblioteca en el Instituto Nacional de la Comunicación Humana, biblioteca cuyo destino es incierto al desaparecer la institución que lo resguardaba.

Los homenajes póstumos no silencian el estruendo ocasionado por la hipocresía del fuego amigo. Ninguno de sus verdaderos amigos y alumnos puede ser engañado, Joaquín Cravioto y su obra sobrevivirán incólumes en la Medicina Mexicana.

2 comentarios:

  1. me gustaria conocer algunos aspectos del Dr. Humberto Cravioto Muñoz

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  2. Anónimo08:49

    Le vamos a pedir a su hija Stephanie, también médica cirujana, Variatra; nos comparte la semblanza de su adorado padre.

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