5 de mayo de 2012

Un gobernador hidalguense en la Batalla del 5 de Mayo I

Reproduzco la conferencia "Un gobernador hidalguense en la batalla de 5 de mayo" dictada por Luis Corrales Vivar, en el marco del segundo ciclo de conferencias de la Academia Hidalguense de la Historia, el pasado 2 de mayo, en el teatro Romo de Vivar, en Pachuca de Soto, Hidalgo. Divido la conferencia en dos entradas: la primera está dedicada al desarrollo de la batalla; la segunda, a los hidalguenses que participaron en ella, incluyendo al general Rafael Cravioto a quien el conferencista califica como "protohidalguense".

Anónimo, Batalla del 5 de mayo de 1862, óleo sobre tela, Museo Nacional de las Intervenciones.

Hace 150 años nuestro país enfrentaba muy graves problemas. Había terminado una guerra entre conservadores y liberales que venían luchando por el control del país y la imposición de sus ideas. Había de ganar el partido liberal y los republicanos.

Como todos sabemos, el presidente Benito Juárez había suspendido el pago de la deuda pública a varios países europeos, lo que provocó un malestar entre estas naciones avanzadas y el acuerdo tomado en la Convención de Londres de venir a México con barcos y con intenciones bélicas para dirimir el asunto de la suspensión de pagos de la deuda. Francia, Inglaterra y España vinieron en barcos con soldados para negociar este asunto. La verdad es que tanto Inglaterra como España, una vez que se tuvieron pláticas, decidieron retirarse en paz con la promesa del gobierno de que seguiría pagando la deuda poco a poco. En esta negociación jugó un importante papel el general Prim, que venía al frente de los barcos españoles. Pero los franceses traían un propósito distinto, el de instalar un imperio para perjudicar al país con una invasión y realizar la imposición de un emperador extranjero.

El emperador Napoleón III que gobernara Francia, sobrino de Napoleón Bonaparte, llamado con la historia Napoleón el pequeño, tenía ambiciones sobre el país del norte, los Estados Unidos, y como éste se encontraba en una cruenta guerra civil, la llamada de Secesión, Napoleón creyó que podía primero invadir México y después conquistar también a los Estados Unidos. Es decir quería hacer crecer el imperio francés en América del Norte, para lo cual hizo creer a los conservadores mexicanos que apoyaría la instalación de un gobierno con Maximiliano al frente solamente.

Así estaban las cosas para el presidente Juárez, los franceses habían desembarcado y, previo a las negociaciones, se les dio permiso de instalarse no en Veracruz sino en Orizaba, debido al mal clima que caracterizaba al puerto y en el acuerdo decidieron ambos países, Francia y México, que mientras llegaran a un acuerdo podían instalarse en Orizaba lo cual constituía ya una agresión, una intimidación y la invasión prácticamente. Los franceses traían un ejército al mando del famoso general Lorencez, un héroe de anteriores batallas en Europa, que llegaba con la consigna de conquistar el país para posteriormente instalar en el trono a Maximiliano. Una vez rotas las negociaciones en las que fueron intransigentes los francos, precisamente para provocar la invasión, decidieron marchar hacia la Ciudad de México pensando que una vez tomada la capital de la República estarían en condiciones de tener el control de todo el país. Pues pensaron mal, porque antes de llegar a la Ciudad de México debían tomar la de Puebla de Los Ángeles. Así que ambos contendientes, por un lado los franceses al mando de Lorencez y, por otro, las fuerzas liberales mexicanas, que por supuesto no contaron con la participación de muchos soldados mexicanos que eran conservadores y preferían soportar la presencia de los extranjeros en el suelo patrio que apoyar a los liberales, sus acérrimos enemigos, al contrario se solidarizaron con los franceses, así que la lucha era muy desigual. Los mexicanos, leales a su nación y al gobierno republicano de Juárez, se prepararon para defender Puebla y el presidente nombró para tal efecto al joven general Ignacio Zaragoza.


Cumbre de Acultzingo, primer enfrentamiento
Hubo un primer enfrentamiento en las Cumbres de Acultzingo en el que murieron 500 soldados franceses y apenas 50 mexicanos. Charles Ferdinand Latrille, conde de Lorencez, era un hombre soberbio y petulante. Había llegado envuelto en laureles de victoria, colgando de sus blasones los nombres de sus triunfos obtenidos en Solferino, Magenta, Argelia y Sebastopol, reflejaba esa actitud la insolencia y subestimación al enviar al Mariscal de Francia Lannes, el siguiente mensaje: “Somos tan superiores a los mexicanos en organización, disciplina, raza, moral y refinamiento de sensibilidades, que le ruego anunciarle a Su Majestad Imperial, Napoleón III, que a partir de este momento y al mando de nuestros seis mil valientes soldados, ya soy dueño de México.” Zaragoza, por su parte, después de la escaramuza de Acultzingo, pudo afirmar: “Pelean bien los franceses, pero los nuestros matan bien.”

Este primer enfrentamiento fue el 28 de abril, unos días antes de la Batalla de Puebla. Los dos ejércitos, el mexicano, llamado Cuerpo de Ejército de Oriente y los franceses, a su vez denominados como Ejército Expedicionario Francés, se prepararon para el gran encuentro en la ciudad poblana. Para que veamos cuál era la composición de fuerza y cómo los mexicanos habían acudido de muchas partes a ponerse al mando de Zaragoza, repasamos la lista de sus integrantes.

Ejército Mexicano. Al mando del Gral. Ignacio Zaragoza.General Cuartel Maestre: General Ignacio Mejía.
Comandante en Jefe de la Ciudad de Puebla: General Santiago Tapia.
Comandante en Jefe del Cuerpo General de Ingenieros: Coronel Joaquín Colombres.
Comandante en Jefe del Cuerpo General de Artillería: Coronel Zeferino Rodríguez.
Comandante en Jefe del Cuerpo Médico: General Ignacio Rivadeneyra.
Cuerpo de Infantería.
2ª División de Infantería, al mando del General Miguel Negrete (1,200 soldados). (Brigada del Fuerte de Loreto)
6° Batallón de la Guardia Nacional del Estado de Puebla.
1ª Compañía de la Villa de Tetela de Ocampo (30 elementos).
2ª Compañía de la Villa de Tetela de Ocampo (30 elementos).
3ª Compañía de la Villa de Tetela de Ocampo (25 elementos).
4ª Compañía de la Villa de Tetela de Ocampo (30 elementos).
5ª Compañía Única del Distrito de Zacapoaxtla (26 elementos).
6ª Compañía Única de la Municipalidad de Xochiapulco (26 elementos).
Batallón Fijo de Morelia. Batallón Tiradores de Morelia.
1 Batería de artillería de Batalla y 1 de Montaña. (Brigada del Fuerte de Guadalupe).
Batallón de Cazadores de Morelia.
Batallón Mixto de Querétaro.
2° Batallón Activo de Puebla.
6° Batallón de Línea. 1 Batería de artillería de Batalla y 1 de Montaña. 3 Brigadas Independientes de Infantería.
1ª Brigada de Infantería, al mando del General Felipe Berriozábal (1,082 soldados).
Batallón Fijo de Veracruz.
1er Batallón Ligero de Toluca.
3er Batallón Ligero de Toluca.
2ª Brigada de Infantería, al mando del General Francisco Lamadrid (1,000 soldados).
Batallón Reforma de San Luis Potosí.
Batallón Rifleros de San Luis Potosí.
Batallón de Zapadores de San Luis Potosí.
3ª Brigada de Infantería, al mando del General Porfirio Díaz (1,020 soldados).
Batallón Patria.
Batallón Morelos.
Batallón Guerrero.
1er Batallón de la Guardia Nacional de Oaxaca.
2° Batallón de la Guardia Nacional de Oaxaca.
Brigada de Caballería, al mando del General Antonio Álvarez (550 jinetes).
Regimiento de Carabineros de Pachuca.
3er. Cuerpo de Resguardo. (Guerrilla Solís) Escuadrón de Lanceros de Toluca.
Escuadrón de Lanceros de Oaxaca. Escuadrón de Exploradores de Zaragoza.
Escuadrón Trujano.
Voluntarios del Sur del Estado de Tlaxcala de los pueblos de San Pablo del Monte.
San Miguel Tenancingo, San Francisco Papalotla entre otros pueblos.

Ejército Francés. General en Jefe: Conde de Lorencez.Cuerpo de Infantería. (6.048 soldados).
99° Regimiento de Línea.
2° Regimiento de Zuavos.
1° Batallón de Fusileros de Infantería de Marina.
1° Batallón de Ingenieros Coloniales.
1° Batallón de Cazadores de Vincennes.
Cuerpo de Caballería.
1° Cuerpo de Caballería Ligera (152 jinetes).
2° Escuadrón de Cazadores de África.

La batalla de Puebla
El 3 de mayo por la noche, el general Ignacio Zaragoza arriba a Puebla, dejando a retaguardia de los franceses una brigada de caballería, a fin de hostigar al invasor. La mayoría de la población de la conservadora Puebla es partidaria de la intervención, mientras el Ejército de Oriente desfila marcialmente entre las desiertas calles de la ciudad.

El general Ignacio Zaragoza sube a lo alto del fuerte de Guadalupe y en menos de una hora ya tiene el plan de batalla que va a seguir para la defensa de la plaza. De inmediato fortifica los reductos que se encuentran en los cerros de Loreto y Guadalupe. La guarnición cuenta tan solo con seis mil 700 hombres escasamente armados.

El 4 de mayo, los exploradores mexicanos vuelven con noticias de que los remanentes conservadores, al mando del general Leonardo Márquez, se disponen a socorrer a los franceses. El general Ignacio Zaragoza envía una brigada de dos mil hombres al mando del general Tomas O´Horan a Atlixco, con el fin de detener a Márquez, y se dispone a preparar la defensa de la posición, evitando así su arribo a la Ciudad de México. Organiza sus fuerzas para la defensa, contando con dos baterías de artillería de batalla y dos de montaña, cubriendo Loreto y Guadalupe con mil 200 hombres, formando a los otros tres mil 500 en cuatro columnas de infantería con una batería de batalla y una brigada de caballería.

El ala derecha mexicana la cubren las tropas de Oaxaca, al mando de Porfirio Díaz. El sitio de honor, al centro de la línea lo ocupan Berriózabal y Lamadrid, con las tropas del Estado de México y San Luis Potosí. La izquierda se apoya en los cerros de Loreto y Guadalupe, con el general Miguel Negrete, a la cabeza de la Segunda División de Infantería. La artillería sobrante es colocada en los fortines y reductos dentro de la ciudad de Puebla quedando al mando del general Santiago Tapia.
A las nueve con 15 minutos de la mañana del 5 de mayo, los franceses aparecen en el horizonte, cruzando fuego con las guerrillas de caballería que se batían en retirada, cuyos jinetes no se repliegan hasta que la batalla francesa está formada y lista para avanzar.

La batalla se inicia a las 11 y cuarto de la mañana, anunciándose el inicio con un cañonazo y acompañado por los repiques de las campanas de la ciudad. El Ejército Expedicionario Francés se divide en dos columnas de ataque, la primera compuesta por aproximadamente cuatro mil hombres, dirigiéndose hacia los cerros de Loreto y Guadalupe, protegida por su artillería, quienes arribaron delante de la infantería. Mientras que la segunda columna compuesta del resto de la infantería. El comandante Tomás Segura relata en una sección del parte oficial de la batalla remitido al general Ignacio Mejía ese memorable acontecimiento:
Gran honor tengo en poder comunicar que el suscrito fue el primer individuo de este glorioso Cuerpo de Ejército de Oriente, en hacer frente al enemigo y el primero en repeler su ataque, no impulsado por otra razón, sino por el amor que á todos los buenos mexicanos nos enardece, cuando la Madre Patria se encuentra en peligro. Mientras tanto el 6º Batallón Guardia Nacional del Estado de Puebla supo corresponder á las glorias y distinciones que se le han dispensado, pués con tal bizarría y denodado patriotismo fue el primer cuerpo de guerra del mismo Ejército de Oriente en hacer frente al enemigo que profana la sagrada tierra de libertad llamada México, avanzando al grito horrísono de ¡Viva la Patria! ¡Viva la Nación Libre ¡Vivan nuestras montañas! ¡Viva Tetela! ¡Mueran los Invasores de la degradada Francia!.
El general Ignacio Zaragoza comprendió de inmediato el plan de Lorencez y dio las órdenes convenientes. Haciendo avanzar al general Felipe Berriozábal a paso veloz entre las rocas y situándolo entre la hondonada que divide Loreto y Guadalupe. Mientras que el general Antonio Álvarez, con su brigada protege la izquierda de los reductos.

La línea de batalla mexicana forma un ángulo que se extiende desde el fuerte de Guadalupe hasta la Plaza de Román, frente a las posiciones enemigas.

Dispone en ese momento el general Lamadrid proteger el camino que conecta a la ciudad con la Garita de Amozoc, colocándose al frente de las tropas potosinas y con dos piezas de artillería de las cuales disponía. La derecha de la línea de batalla mexicana la cierra el general Porfirio Díaz con la División de Oaxaca, auxiliado por los escuadrones de Lanceros de Toluca y Oaxaca.

Los franceses continúan su avance, colocando sus baterías frente a Guadalupe y devuelven el fuego mexicano que nace de aquella posición.

Los zuavos (regimiento de infantería francesa) ascienden hacia el fuerte de Guadalupe, perdiéndose de la vista de los fusileros mexicanos. De repente, aparecen frente al fuerte de Guadalupe, el cual rompe fuego de fusil sobre la columna, que para en seco ante el fuego mexicano.

En ese instante, el general Felipe Berriozábal da la bienvenida con bayoneta a los zuavos, quienes se retiran en buen orden hasta ponerse fuera de tiro. Un momento fue suficiente para que repusieran su moral y se lanzaran de nueva cuenta intentando tomar el fuerte de Guadalupe.

Los franceses, apoyados por el Primero y Segundo Regimiento de Infantería de Marina, se abalanzan entonces sobre el resto de la línea mexicana, siendo recibidos con la bayoneta. La columna francesa es rechazada en Guadalupe y en Loreto, siendo igualmente repelidos los ataques perpetrados por parte de otras columnas francesas desplegadas en el momento.

En aquel momento, el coronel José Rojo avisa al general Antonio Álvarez que era tiempo de que la caballería mexicana entrara en acción para alcanzar una victoria completa. Ordenando a los carabineros de Pachuca cargar sobre los restos de la columna, disparando sus carabinas y lanzando mandobles de sable sobre los franceses, siendo totalmente retirados de la posición.

A las dos y media de la tarde llega el primer parte de guerra a la capital:
Se ha roto el fuego de los dos lados y cae un fuerte aguacero.
Zaragoza


Los capitalinos respiran aliviados. ¡Puebla no les había abierto las puertas! Pero Zaragoza ya no podría contar con los dos mil hombres que había enviado a Atlixco dos días antes, con los cuales el general Tomas O´Horan batió a los reaccionarios de Márquez, impidiéndoles el auxilio a los franceses.

Lorencez se dispone a dar el último asalto, organizando una columna con los cazadores de Vincennes y el regimiento de zuavos, dirigiéndola al fuerte de Guadalupe, mientras pone en marcha una segunda columna de ataque compuesta de los restos de los cuerpos de batalla, excepto el 99º de Línea, el cual queda de reserva en el campamento francés; la segunda columna ataca la derecha de la línea de batalla mexicana.

Ante esta situación, salen los zapadores de San Luis Potosí al mando del general Francisco Lamadrid, librándose un terrible combate a la bayoneta. Una casa situada en la falda del cerro es el objetivo. Los franceses la toman y se guarecen en ella, siendo desalojados por los zapadores; la tornan a recobrar y de nuevo son expulsados de ella por las valientes tropas de Lamadrid. El cabo Palomino se mezcló entre los zuavos y se batió cuerpo a cuerpo con los arrogantes soldados franceses, posesionándose de su estandarte como botín de guerra al caer muerto el portador del mismo.
Una fuerte tormenta cae sobre el campo, reblandeciendo el terreno, difícil de mantener para las tropas francesas, al tiempo que Zaragoza mandaba el parte telegráfico al presidente en la Ciudad de México. Envía al Batallón Reforma de San Luis Potosí en auxilio de los cerros donde los franceses se disputaban la victoria con las tropas mexicanas. En el fuerte de Loreto había un cañón de a 68 libras que causaba enormes estragos en la filas francesas. Los zuavos hacen un empuje desesperado y se abalanzan sobre la pieza. El artillero, sorprendido por la rapidez de la columna francesa, tiene en sus manos la bala de cañón que no alcanzó a colocar en la boca de fuego. Aparece frente a él un zuavo y tras éste el resto del cuerpo que, una vez apoderados de ese fortín, levantarían la moral francesa y podría perderse la victoria conseguida. El artillero arrojó la bala al soldado francés que, herido mortalmente por el golpe en la cabeza, rodó al foso del parapeto. Luego de estos acontecimientos el general conde de Lorencez les ordena retroceder, siendo perseguidos por el Batallón Reforma de San Luis Potosí.

Cuando la segunda columna llega al fuerte de Guadalupe, protegidas por una formidable línea de tiradores, Porfirio Díaz acude en auxilio de los rifleros de San Luis Potosí, que estaban a punto de ser rodeados por el contrario. Movió en columna al Batallón Guerrero, a las órdenes del coronel Jiménez, ganándole el terreno a los franceses.

En apoyo del Batallón Guerrero, el general Porfirio Díaz envió al resto de las tropas de Oaxaca, con los coroneles Espinoza y Loaeza a la cabeza, dando impulso a los mexicanos, que expulsaron al enemigo de las cercanías. El éxito alentó al general Díaz, que destacó al Batallón Morelos con dos piezas de artillería a la izquierda, mientras por la derecha los rifleros de San Luis Potosí se reponían de la pelea, antecedidos por una formidable carga de los lanceros de Oaxaca, dirigida por el mismísimo Díaz, trabándose un combate cuerpo a cuerpo muy reñido según lo relata el parte oficial del general Díaz, haciendo retroceder en su totalidad a los atacantes.

En aquellos momentos las destrozadas columnas del general conde de Lorencez huyen en completa dispersión, siendo rechazadas en su último ataque, replegándose a la Hacienda de Los Álamos. Se dice que Lorencez no pudo evitar el llanto por la derrota, con lo que decidió retirarse hacia Amozoc.

En el Palacio Nacional de la Ciudad de México, el presidente Benito Juárez y el resto del pueblo pasaban por un trance terrible. No tenían noticias de Puebla y el gobierno había hecho salir precipitadamente al general Florencio Antillón al mando de los Batallones de Guanajuato, quedando como guardianes de la capital sólo dos mil hombres del Regimiento de coraceros capitalinos y algunos centenares de milicianos pobremente armados. Si las tropas guanajuatenses se perdían, la capital caería sin remedio.

A las cuatro y 15 minutos de la tarde volvió a haber noticias del general Ignacio Zaragoza y de Puebla. Este es el mensaje enviado:
Puebla, Mayo 5 de 1862. – Recibido en Ciudad de México a las cuatro y quince minutos de la tarde - General Ministro de la Guerra – Sobre el Campo a las dos y media – Dos horas y media nos hemos batido – El enemigo ha arrojado multitud de granadas – Las columnas sobre el cerro de Loreto y Guadalupe han sido rechazadas, seguramente atacó con cuatro mil hombres – Todo su impulso fue sobre el cerro – En este momento se retiran las columnas y nuestras fuerzas avanzan sobre ellas. – I. Zaragoza

Finalmente llega el parte definitivo a Palacio Nacional:
Puebla, Mayo 5 de 1862. – Puebla a las cinco y cuarenta y nueve minutos de la tarde – General Ministro de la Guerra – Las Armas del Supremo Gobierno se han cubierto de gloria; el enemigo ha hecho esfuerzos supremos por apoderarse del la plaza, que atacó por el oriente de izquierda y derecha durante tres horas; fue rechazado tres veces en completa dispersión y en estos momentos está formando su batalla fuerte de cuatro mil y pico de hombres, frente al cerro de Guadalupe, fuera de tiro. No lo bato como desearía, porque el Gobierno sabe que para ello no tengo fuerza bastante. Calculo la pérdida del enemigo, que llegó hasta los fosos de Guadalupe en su ataque, en 600 y 700 entre muertos y heridos; 400 habremos tenido nosotros.
Sírvase dar cuenta de este parte al Ciudadano Presidente de la República.
Libertad y Reforma. Cuartel General en el Campo de Batalla
General Ignacio Zaragoza.


Al finalizar la batalla, los franceses contabilizaban 476 muertos y 345 heridos. El Ejército de Oriente perdió 83 hombres, cerca de 250 heridos y 12 desaparecidos. El día 6, ya con los refuerzos de Guanajuato en los fortines, el general Zaragoza esperaba un nuevo ataque de Lorencez, pero éste, el 8, formó sus trenes y se retiró hasta San Agustín del Palmar, siendo "saludado" por la artillería republicana y la Banda de Guerra de los Carabineros, quienes tocaron Escape.

Esta es la crónica resumida de la batalla en la que Zaragoza y los bravos mexicanos resultan victoriosos.

El 29 de noviembre de 1862 sale de la Ciudad de México el presidente Benito Juárez, acompañado del ministro de Guerra y Marina, general Miguel Blanco Múzquiz y del ministro de Relaciones Exteriores y Gobernación, Lic. Juan Antonio de la Fuente, con dirección a la Ciudad de Puebla, llegando el día 30 por la noche.

Al día siguiente asistió a un banquete organizado en su honor por el general Jesús González Ortega entonces General en Jefe del Cuerpo de Ejército de Oriente y Gobernador y Comandante Militar del Estado de Puebla. Los dos días subsecuentes el presidente Juárez sostuvo conversaciones con el general Ortega.

Finalmente el 4 de diciembre de 1862 en medio de una gran ceremonia en el fuerte de Guadalupe, el presidente Benito Juárez acompañado de los miembros ya citados de su gabinete así como del general Jesús González Ortega, hizo entrega formal de las medallas a los vencedores de las batallas del 28 de abril y 5 de mayo de ese año, partiendo al día siguiente a la Ciudad de México.

Así mismo el 2 de marzo de 1863 se lleva a cabo una segunda ceremonia en el fuerte de Guadalupe, donde de nueva cuenta el presidente Benito Juárez acompañado de sus ministros de Guerra y Gobernación entregan las medallas a los faltantes por condecorar del Ejército de Oriente.
Juárez en el mismo escenario de la batalla se engrandece al decir:
Soldados: llevad con noble orgullo sobre vuestros pechos valerosos las medallas que hoy recibís y que os recordarán a un tiempo vuestros ilustres hechos y la grande y buena patria que debéis salvar a todo trance.

Vencedores del 5 de mayo, defensores todos de la independencia nacional: un enemigo injusto nos trae la guerra y avanza ya sobre nosotros, porque nos cree débiles y degradados; aprestaos al combate y probad al orgulloso invasor que México vive, que México no sucumbirá al capricho de ningún poderoso, porque defiende la causa de la justicia, de la civilización y de la humanidad y porque cuenta con hijos leales y valientes como vosotros.

Continúa leyendo la segunda parte: Un gobernador hidalguense en la Batalla del 5 de Mayo II

Otras notas relacionadas:
Así se celebró en Hidalgo el 5 de mayo en 1892.
Aniversario de la Batalla del 5 de Mayo (crónica publicada en 1898).

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